dimarts, 17 de maig del 2011

Les primeres reaccions contra el llibre

Noves glòries a Espanya i l'autor ja han rebut les primeres reaccions des de l'espanyolisme anticatalanista. Pròpiament han sigut més reaccions a la notícia que aparegué en el diari Levante per banda del periodista Paco Cerdà titulat El poder invisible del blaverismo perquè mostren no haver llegit el llibre.

La primera reacció fou la del líder de Coalició Valenciana, Juan García Sentendreu, analitzat pel seu lideratge populista i ultraespanyolista a l'assaig, qui escrigué en l'edició digital del diari Levante-EMV a l'endemà d'eixir la notícia de la publicació del llibre. Amb un destacat sentit de l'humor titulà el seu article Vicent Flor d'un dia.


Teresa Puerto, una de les esmentades a l'assaig per la seua prosa catalanòfoba i antivalencianista, publica al seu web un article titulat Blaverismo... y retrosociología. Segons indica al web, aquest fou un "artículo enviado a LEVANTEemv. el 8.05.2011 y NO publicado". És a dir, fou enviat el mateix dia de la publicació de la notícia al diari Levante.


En un to relativament diferent i des del nacionalisme valencià "tricolor", Albert Marín, secretari general d'Esquerra Nacionalista Valenciana, critica també la ressenya amb un article publicat en l'edició de paper de Levante-EMV del dia 13 de maig de 2011 i titulat El "blaverisme" de Flor.


Seguirem informant... 

El 16 de juny i el 5 de juliol, presentacions a València. Pròximament una a Castelló i una altra a Barcelona

Ja tenim les dues dates de presentació de Noves glòries a Espanya a València: el dijous 16 de juny al Col·legi Major Rector Peset i el dimarts 5 de juliol a la FNAC. Reserveu-vos-les a l'agenda!

Després de l'estiu es farà una presentació a Castelló i una altra a Barcelona i a moltes comarques. Ja us informarem d'hores i dates exactes.

dissabte, 14 de maig del 2011

La izquierda valenciana buscar resolver su relación con las tradiciones, como las fallas. Líderes socialistas como Jorge Alarte o Carmen Alborch no dudan en vestirse de falleros si hace falta. | Los expertos alertan de cómo el PP ha "patrimonializado" las tradiciones

La foto fue ampliamente reproducida por los periódicos en las pasadas fallas de Valencia. Mónica Oltra, diputada de Compromís y destacado ariete contra el ejecutivo de Francisco Camps, aparecía vestida de fallera el día de la Ofrenda de Flores a la Verge dels Desamparts; acto central de estas soberbias fiestas valencianas. Un día antes, el líder del PSPV-PSOE, Jorge Alarte, difundía desde su oficina de prensa fotos suyas vestido de fallero, con gesto alegre, acompañado de también de dos falleras. Ambas fotos provocaron muchos comentarios, a favor y en contra, desde las filas de ambos partidos. Y eran hechos que confirmaban que la presencia de líderes de la izquierda valenciana en actos tradicionales o folklóricos se intentaba, de alguna manera, normalizar.

 
No ha sido así siempre, más bien al contrario. Si echamos la vista atrás, a los años 80, se pueden recordar múltiples historias, anécdotas, acontecimientos, que confirman la gran dificultad que siempre tuvo, y tiene aún, la izquierda valenciana para establecer una relación de normalidad con tradiciones tan importantes como, por ejemplo, las fallas, el día de la Verge dels Desamparats, que se celebró el pasado domingo, u otras manifestaciones populares como el Corpus. Un ejemplo: son muchos los que han señalado que el declive del PSOE local en la ciudad de Valencia a finales de los 80 estuvo, en parte, motivado por el duro enfrentamiento que mantuvo la ex alcaldesa de Valencia, la socialistas Clementina Ródenas, con la organización y las comisiones falleras. A lo que se sumó la denominada “batalla de Valencia”, en la que la derecha forzó que la simbología valenciana – denominación de la lengua, bandera e himno – fuera la que ella defendía. No sólo eso, los partidos de centro derecha supieron, como señala el profesor y crítico literario Alfred Mondría, “patrimonializar las tradiciones de los valencianos en beneficio propio”.

Vale la pena leer el libro del sociólogo valenciano Vicent Flor Noves glòries a Espanta; anticatalanisme i identitat valenciana para entenderlo. Explica Flor como “el blaverismo – movimiento anticatalanista que en los 80 y 90 tuvo su traducción política en Unión Valenciana y que se denomina así porque defendía la senyera con la franja azul – se convirtió en un instrumento político de oposición a los primeros gobiernos municipales socialistas, como reconocen los mismos anticatalanistas, y harán suyas las fallas”. Existe, además, un cierto “complejo” de un sector de la izquierda, no resuelto, sobre cómo posicionarse frente a algunas manifestaciones populares y, más aún, si tienen en totalidad o en parte un carácter religioso. Esta dificultad ha jugado con el tiempo a favor del PP, porque como señala Flor la sociedad valenciana entiende que estas manifestaciones como las fallas integran la auténtica “valencianidad” y estar contra ellas o no sumarse a ellas es, de alguna manera, ir contra Valencia. En su tiempo, ser de izquierda y fallero se observaba como una contradicción, incluso como algo de estética criticable. Hoy ya no es así, y la izquierda ya acepta y entiende las fallas como una manifestación popular por encima de las ideologías.

Por eso, líderes de la izquierda como Alarte, Oltra, la actual delegada del Gobierno, la socialista Ana Botella o la ex ministra de Cultura, Carmen Alborch, que fue candidata al Ayuntamiento de Valencia en el año 2007, han intentado e intentan romper esta situación de divorcio histórico entre estos partidos y las tradiciones. Su apuesta clara a sumarse a las manifestaciones populares es una clara prueba de que la izquierda también quiere participar de estos eventos, sin tener que renunciar a sus presupuestos ideológicos. A pesar de esto, desde la izquierda sigue existiendo una importante corriente de opinión contraria a normalizar la situación. Un debate que en la derecha hace años que está resuelto, en su beneficio. Una clave para entender, finalmente, el discurso político y apoyo electoral del PP, en especial en Valencia, donde la izquierda aún no ha encontrado el camino para erosionar la aplastante hegemonía del partido que lidera Rita Barberá.

Bloc de La Vanguardia (12-V-2011)

dijous, 12 de maig del 2011

¿Dónde están los blaveros?

No, no es un espejismo. Es cierto, Unión Valenciana no se presenta a las elecciones autonómicas. Algún catalán que ha venido por Valencia en las últimas semanas había formulado la pregunta, inquieto. Pero la explicación es sencilla: la fuerza política liderada por Vicente González Lizondo que en los 80 aglutinó todo el sentimiento regionalista y anticatalanista, la misma que en 1991 condicionó el Ayuntamiento de Valencia y que en 1995 pactó el gobierno autonómico con Eduardo Zaplana, ha acabado por tirar la toalla ante su depauperado suelo electoral. En un reciente acto celebrado en El Puig (Valencia), su presidente, José Manuel Miralles, oficializó la entrega del último aliento de esta formación —atención— al PP de Francisco Camps.


Finiquitaba así un proyecto que inició su debacle tras la muerte de Lizondo y el cambio de chaqueta de sus principales líderes anticatalanistas a las filas populares. Hoy, a decir verdad, el partido de Camps aglutina a todas las familias del centroderecha valenciano, incluidos los regionalistas. ¿Significa esto que el blaverismo —movimiento político y social, anticatalanista y tildado así porque defendían la senyera con la franja azul— ha muerto? Nada de eso. Vale la pena leer el libro de Vicent Flor, Noves glòries a Espanya, anticatalanisme i identitat valenciana (Editorial Afers), para comprender que el discurso de los blaveros no sólo no ha desaparecido, sino que “ha ganado”. “Está presente en el sistema institucional valenciano... Es la ideología oficial del País Valenciano”, señala Flor. Podría decirse lo contrario, como apunta este profesor y ensayista; los postulados nacionalistas del ensayista Joan Fuster han sido los grandes derrotados en el sistema institucional y estatutario.

A principios de los 90, Unión Valenciana llegó a tener más de 200.000 votos, pero en el 2007 apenas llegó a 20.000. En las últimas generales ya no presentaron listas. En estos años, sus líderes han intentado recobrar oxígeno atacando al PP, acusándolo de traidor; para al final pasarse todos a las filas de la fuerza hegemónica. Esta fuga hacia el PP fue también resultado de la operación del partido que entonces lideraba Zaplana para absorber el electorado valencianista, regionalista, anticatalanista, secesionista; y fue Rafael Blasco, conseller popular, ex conseller socialista y el más profesional de la política valenciana, para bien y para mal, el estratega. Dice Vicent Flor que, por todas estas razones, no se puede decir que el anticatalanismo esté finiquitado. En cualquier momento, como si de un ejército en reserva se tratara, puede volver a movilizarse; la tropa sólo está descansando.
Salvador Enguix
La Vanguardia (11-V-2011), p. 19

diumenge, 8 de maig del 2011

El poder invisible del blaverismo

Tesis doctoral sobre el valencianismo tricolor. Si usted cree que la marginalidad política del blaverismo significa la muerte del regionalismo anticatalán, anda equivocado. El sociólogo Vicent Flor, en una tesis reconvertida ahora en el ensayo Noves glòries a Espanya. Anticatalisme i identitat valenciana [Editorial Afers, amb pròleg de Salvador Cardús], defiende que el blaverismo —populista, españolista, conservador, anticatalanista— ha penetrado como un "alien" en la identidad valenciana hasta convertirse en la "ideología oficial" de la sociedad.

El blaverismo ha sido presentado, literalmente, como una ideología fascista y folclórica, propia de ignorantes y analfabetos, pasionales y activamente irracionales, o directamente desequilibrados. Lo representan, también se ha dicho, cuatro gatos encerrados en su búnquer-barraqueta, desde el que dominaron la Batalla de Valencia con su apuesta simbólica "trinitaria": senyera coronada con franja azul, una "llengua valenciana" independiente del catalán, y denominación de "Regne de València" —o "Comunitat Valenciana", a partir de 1982— frente al demonizado "País Valencià". Pero este movimiento magmático identificado con Unió Valenciana, el GAV, Lo Rat Penat, la Real Acadèmia de Cultura Valenciana, las Fallas o sectores ultra del Valencia CF, políticos como Lizondo o Sentandreu, y alguna reina ya sin trono, cuenta la versión oficial, pertenece a otra época. Hoy se identifica la ideología tricolor con algo residual que sólo aspira a las migajas electorales y a la marginalidad social. Punto final del blaverismo.

Hasta que ha llegado el sociólogo y profesor de la Universitat de València Vicent Flor con una tesis doctoral sobre "L'anticatalanisme al País Valencià: identitat i reproducció social del discurs del 'blaverisme'". Calificada por el tribunal con excelente cum laude tras más de una década de trabajo, ahora ha sido reconvertida en un profundo ensayo titulado Noves glòries a Espanya. Anticatalanisme i identitat valenciana (Editorial Afers, 25 euros) que tumba las descripciones hegemónicas "demasiado simplistas o maniqueas" sobre el valencianismo tricolor con una postura revolucionaria: pese a las falsas apariencias, el blaverismo se ha introyectado en las venas de la identidad valenciana.

Escribe Flor: "Cualquier afirmación sobre la muerte o la situación moribunda del blaverismo es, en todo caso, un simple desideratum más que una descripción objetiva". De hecho, sostiene el sociólogo, "el blaverismo ya es una nueva tradición política en el País Valencià. (...) Ha influido decisivamente en el subsistema de partidos políticos y en el entramado institucional del autogobierno, de manera que ha devenido, al menos parcialmente, ideología oficial del País Valencià, un regionalismo banal, trivial, ordinario, que se ha expandido mediante un proceso de dominación simbólica. En buena medida, ser valenciano a estas alturas es una forma no sólo de no ser catalán, sino incluso de ser anticatalán".



Fin al silencio sobre el blaverismo


Porque lejos de haber colapsado con el final de la batalla de símbolos librada entre 1977 y 1982, apunta Flor, "el blaverismo ha llegado para permanecer y se ha instalado en la centralidad identitaria-política" valenciana. "La realidad social no es inalterable, pero el blaverismo ha conseguido instalarse, como un alien, en la identidad valenciana", concluye Vicent Flor en esta ambiciosa investigación sociológica que huye de apasionamientos ideológicos y que, según el autor, pone fin a la "ley del silencio" que pesaba sobre el estudio del blaverismo.

El libro, muy documentado, llega a esa conclusión tras casi 350 páginas de análisis de un movimiento ideológico del que explica sus cinco rasgos definitorios: "el populismo, el anticatalanismo, el conservadurismo, el regionalismo y el españolismo". Los epígrafes del libro dan una idea clara del retrato que Flor hace de los seguidores del blaverismo, a quienes presenta como "esencialistas", "guardianes de la autenticidad y de la verdad", "manipuladores", "victimistas", "justificadores de la violencia y/o violentos", "intransigentes, inflexibles y dogmáticos" o "hiperbólicos".



El precedente blasquista


Según recoge la investigación, "el blaverismo es un populismo regionalista y conservador que hace del anticatalanismo su leitmotiv fundamental para construir una región plenamente integrada en España y, a la vez, lo más alejada posible de Cataluña". Pero no ha inventado nada. El blaverismo tiene como precedentes anticatalanistas a la mayor parte del republicanismo de Valencia y Castelló y, especialmente, al blasquismo. Luego llegó el anticatalanismo franquista ("católico y tradicionalista, regionalista y españolista"), y en la Transición surgió el blaverismo, que apoyándose en estas bases creó "uno de los movimientos valencianos de masas más importantes de la historia reciente" y articuló "una valencianidad perfectamente complementaria con la españolidad; aún más, nacerá de ésta y subordinada a ésta".


Precisamente ahí reside una de las grandes claves de la obra de Flor: "El blaverismo ha sido el instrumento más eficaz del nacionalismo español en tierras valencianas, una de las vanguardias más eficaces en el conjunto del Estado en defensa del principio de la radical unidad de España ligada a un uniformismo cultural intransigente". Es, agrega, "una de las herramientas más útiles en el proceso de sustitución lingüística y en el freno del nacionalismo valenciano. Y además, ha permitido a muchos valencianos una defección (casi) definitiva hacia el valencianismo sin apenas mala conciencia".

De hecho, su propuesta anticatalanista —y sus derivados simbólicos, identitarios y políticos— ha calado hondo. Es "hegemónica y dominante", vista como "normal", mientras que el aparato ideológico y simbólico del fusterianismo se ha convertido en una "subcultura identitaria valenciana", constata Flor. "La asunción del discurso [blavero/anticatalanista] por parte del PP y, en alguna forma, del PSOE, es un indicador de hasta qué punto ha impregnado la política valenciana" y de cómo el blaverismo ha pasado a representar "uno de los grupos más influyentes en el país, hasta el extremo de devenir 'invisible'" y ser útil para lograr su soterrado objetivo: ofrendar, como reza el título y defiende su autor, noves glòries a Espanya.

Anticatalanismo Igual que Navarra, al revés que Baleares


El sociólogo Vicent Flor destaca que Valencia no es la única zona de España que ha generado anticatalanismo. Tampoco es la única que ha librado una guerra identitaria caracterizada por ir a la contra de una ideología demonizada. "Como en Navarra, el enfrentamiento identitario [en Valencia] no ha generado ningún otro consenso identitario que el de la victoria de un proyecto sobre otro. Ser valenciano, en general, es ser no catalán e incluso anticatalán, como ser navarro es ser no vasco y probablemente antinacionalista vasco y hasta antieuskérico", escribe el profesor Flor.

Distinto es el caso de Baleares. Flor destaca que en las islas (que también perteneció a la Corona de Aragón y que queda englobada en el mismo sistema lingüístico) no hay ninguna fuerza política que use el mensaje anticatalanista ni hay problema en llamarle catalán a su lengua. La respuesta se halla en que Baleares no ha tenido un movimiento análogo al blaverismo.
Trajectoria del sociólogo El viraje ideológico de un autor "converso": de la dura UV al Bloc



El autor de este análisis sociológico sobre el proceso de reconstrucción de una identidad valenciana impregnada de blaverismo cuenta con una pequeña historia que él mismo relata en la introducción del libro como ejercicio, dice, de "honestidad intelectual". En 1986, Flor entró con 15 años en las juventudes políticas de Unió Valenciana hasta que fue expulsado del partido el 20 de noviembre de 1993. Él remarca: "Nunca he militado en el blaverismo más radical ni he colaborado con él. (...) Podría haber sido de los GAV cuando era adolescente, ciertamente, pero no fue el caso". Después, "una particular evolución personal me hizo romper definitivamente con el blaverismo", dice. En 1993 fundó Joventut Valencianista. En 1995 ingresó en el Partit Valencià Nacionalista y, como partido fundador, en el Bloc, de cuya dirección formó parte hasta 2003. Ahora sigue pagando las cuotas de militante del Bloc. "Pero pienso —subraya en el libro— que ni la biografía personal ni la ideología actual me inhabilitan como sociólogo".

Cronología Cuatro etapas del blaverismo según la tesis de Flor

1975-77: Nacimiento del blaverismo como grupo de presión.
1977-82: Surge un partido minoritario (Unió Valenciana) pero con un apoyo significativo que condicionó la política valenciana y que devino en un intrimento de presión formidable en las políticas públicas y contribuyó a la legitimación del blaverismo.
1995: El blaverismo impregna definitivamente al PP que, juntamente con otros discursos y matices, ha representado el blaverismo y se ha presentado como el partido que defiende “los” intereses de “los” valencianos, lo que ha coadyuvado a conseguir 17 victorias ininterrumpidas en los comicios entre 1993 y 2009.
Resultado: El regionalismo anticatalanista ha contribuido /y lo sigue haciendo) de una manera fundamental a que la penetración del españolismo no tenga respuesta ni freno en la sociedad valenciana. Además, ha frenado de una forma decisiva las propuestas neovalencianistas herederas del fusterianismo.

Paco Cerdà
Levante-EMV (8-V-2011), p. 20

diumenge, 1 de maig del 2011

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